Entrevista a Gemma Mestre en el Diario de Mallorca

 
El domingo 14 de marzo de 2016 se publicó en el Diario de Mallorca una extensa entrevista a Gemma Mestre, fundadora de Fertilidad Activa.
¡No os la perdáis!
 
 
 
 
Fuente: http://www.diariodemallorca.es/sociedad/2016/03/13/ambito-publico-reproduccion-trata-lujo/1101019.html
 
[Pilar Garcés]
 
Psicóloga y experta en fertilidad
Tres décadas de ejercicio de psicología clínica, un máster en sexualidad humana, un posgrado en terapia de pareja y su labor de profesora de nuevas terapias de reproducción, entre otros desempeños, avalan las opiniones de esta experta fundadora del gabinete Fertilidad Activa, colaboradora con clínicas de reproducción asistida como el IBILAB de Palma y miembro de la Fundación Nèixer.
 
Hace unos meses, Mark Zuckerberg anunció su próxima paternidad explicando lo mucho que les costó a él a y a su mujer concebir, lo duro que resultó sufrir varios abortos previos y la frustración de no poder hablar abiertamente de ello. ¿Por qué nos resulta tan difícil compartir con los demás estos temas?
Por varios motivos. Uno piensa que es menos hombre o menos mujer cuando tiene este problema. Además, a veces se ha atrasado la reproducción, o se ha pensado que nunca se tendrán hijos, o se han tenido relaciones en que se decide que no se debería y hay un cierto sentimiento de culpa, de malestar por no poder procrear. Procrear es como dormir, un principio básico del humano y de los animales que cuando no se puede desarrollar crea un malestar interno difícil de captar en cuanto a las emociones que conlleva. Está tan en el origen que cuando uno siente la incertidumbre la guarda en el silencio.

¿La infertilidad creciente es un problema personal o social?
Ambos. Por un lado, socialmente falta apoyo a la reproducción. Al haber disociado la reproducción de la sexualidad no hemos tenido en cuenta qué factores vendrían detrás: el retraso en la edad de ser padres por motivos laborales, el compromiso de pareja cuando tenemos varias a lo largo de la vida, la posibilidad de ser madre sin pareja. Se ha ramificado tanto el concepto de familia, y ha cambiado hasta tal punto el desarrollo profesional de las mujeres que se ha complicado la fertilidad. Además existen aspectos como la alimentación y cuidados que también influyen, así como la evidencia de que hay muchos más problemas para procrear ahora que hace años, por motivos desconocidos, pero que pueden estar ligados a estados nerviosos o similares.

El envejecimiento de la población es un problema real, y sin embargo se habla poco de políticas dirigidas a fomentar la reproducción. Parece que cada familia lo ha de solventar por su cuenta.
En el ámbito público, la reproducción se trata como un lujo, en lugar de como un derecho. Dentro de la medicina pública se entiende que resulta más importante curar una enfermedad que la procreación, aunque sin ésta no habrá quien sustente todo el sistema. Así, para los tratamientos en la Seguridad Social se establecen franjas de edad, determinados modelos de familia, mujeres solas no, determinadas técnicas como la donación de gametos no... hay muchos sesgos que obligan a las personas a recurrir a la privada. Todo esto tendrá que cambiar.

¿Qué opina de las restricciones que impuso el Gobierno a los tratamientos en la medicina pública hace un par de años?
Significa no admitir que estamos en otro momento vital y de nuestra realidad. Que hayas tenido hijos con una pareja no significa que no tengas derecho a tenerlos con otra pareja. Se escudan en que son tratamientos caros, problema que se paliaría en algo si hubiese una educación adecuada sobre la reproducción desde las escuelas, o con un soporte psicológico en la salud pública, que no lo hay.

¿Acabarán por engendrar hijos quienes lo pueden pagar?
Tengo la esperanza de que la sociedad proteste frente a esto. Otros servicios médicos se derivan a la sanidad privada, pero no los de fertilidad.

¿Qué porcentaje de mujeres que buscan su ayuda han esperado al hombre ideal que no llega?
Altísimo, vemos cada vez más mujeres solas. De alguna manera tenemos un ideal de relación en lugar de construir entre dos el nuestro propio, a partir de la aceptación del otro. Estamos en un momento de crisis de admitir que las relaciones, como el resto de las cosas, cuestan. La pareja ya no la sustenta la economía, ni la familia, solo el amor, que va por fases.

Una pareja con dificultades para concebir le hace un test de resistencia a su relación.
Es un gran pulso. Soy también terapeuta de parejas, y veo que muchas se rompen a los dos o tres años de lograr su propósito de tener un hijo. Porque hay un esfuerzo brutal dentro de la relación y la sexualidad queda afectada en principio, pues se convierte en algo mucho más mecánico, frustrante si no se logra el embarazo. Luego están los silencios emocionales. La mujer vive el hecho de ser madre de un modo muy distinto al hombre, para él significa eyacular y para ella concebir. Los tratamientos crean una distancia muy silenciosa. No hay ningún sustento para coger a la pareja, sea homosexual o heterosexual, y trabajar cómo vivirá el siguiente ciclo, el de la paternidad o maternidad, que cambia radicalmente nuestras vidas. Si no se tratan los diferentes duelos a lo largo del proceso no hay energía para afrontar lo que viene luego. Un aborto, las betas bajas o los embarazos bioquímicos generan dolor emocional y hacen vulnerable el útero.

¿Hay alguna forma de hacer más fácil un proceso incierto del que depende nada menos que la felicidad, la propia y la de otro?
Sí, se puede dar un soporte emocional. En el fondo, lo que mueve el mundo son las emociones. Luego lo estructuramos con la razón y nuestro cuerpo nos acompaña, pero la emoción gobierna. Trabajar cómo se evoluciona desde niña a mujer, de niño a hombre, es muy importante para llegar a esa felicidad. Esa parte está muy abandonada y se entiende como estar mal psíquicamente y no es eso, sino crecer emocionalmente. Hemos de pensar que la reproducción asistida nos hace llegar a ser madres a través del duelo, no del deseo. El origen ya es distinto. Empezar un proceso a través de una pérdida o a través de un deseo no es lo mismo.

¿Cuáles son las herramientas que ayudarían a las personas en tratamientos para tener hijos?
A nivel corporal, desde la alimentación a un ejercicio físico adecuado, técnicas de relajación profunda, visualizaciones para una percepción del interior del cuerpo, para la conexión con tu propio útero que es el origen. Y luego la parte informativa: conocer qué emociones son propias de un duelo, como por ejemplo la envidia de que otros han logrado un embarazo y tú no, pues uno no se siente tan mal con sus emociones negativas cuando sabe que las apareja el proceso y que se liberará de ellas. La aceptación de cada etapa, desde no puedo ser madre de forma natural, a necesito una donación de gametos, o he de pasar a un in vitro, o voy a ser madre por adopción, supone movilizar determinadas emociones que hay que trabajar. Y en la parte psíquica quedaría muy poquito, solo las personas que antes ya tuvieron problemas de ansiedad o depresión.

Usted dijo que las personas que buscan un hijo sufren tanto como quienes se enfrentan a un cáncer.
En toda enfermedad que pueda producir muerte o pérdida existe estrés, un sentimiento de soledad y la exigencia de sacar todas las capacidades de lucha. Precisa confianza en el médico y en uno mismo. En los tratamientos de infertilidad volvemos a hablar de incertidumbre, aunque no estamos ante la posibilidad de muerte, sino de vida. Sin embargo, vida y muerte son como el cero y el infinito, están unidas. Así que reaccionamos de forma similar: estrés, ansiedad, tristeza. Hace 21 años yo no sabía por dónde ir para potenciar la fertilidad. Hice un posgrado de cáncer, y fue entonces cuando empecé a estructurar toda una nueva técnica. Hasta que no conocí toda la psique del cáncer, cómo el cuerpo se defiende y evoluciona, y qué tipo de emociones se desencadenan con esta enfermedad no tuve la capacidad de crear lo que luego creé. Me basé en la destrucción para fortalecer la creación.

¿En qué consiste su terapia?
Se incide en tres ejes, uno emocional, otro psíquico y otro físico. Se trata de ver la personalidad del sujeto, sus mecanismos de funcionamiento y defensa, y su ciclo vital para trabajar la postura corporal y su reacción ante las cosas, la conexión con el útero, la activación del cuerpo y la visualización a través del movimiento y la relajación. En definitiva, consiste en trabajar la mente en estado parado y activo. Luego se busca qué emociones le han hecho moverse a lo largo de la vida para que se pongan al servicio de la fertilidad. La más importante es la proactividad, el ir hacia el objetivo.

Temor, frustración, pena... ¿Cómo se manejan estos sentimientos?
Lo principal es aceptarlos, extraer el juicio de valor. Comunicarlos a la pareja o a otras personas. Es importante el apoyo de un profesional que ayude a disolverlos. Hay que prepararse para que sea posible o para que no, siempre soñando con el deseo de que lo sea.

¿Cómo quedan quienes no lo consiguen?
No quedan bien. Si convertimos la maternidad o paternidad en un proyecto transversal existen más posibilidades de que acabe mejor. Si entras en un proceso de fertilidad es importante que no dediques toda tu energía al proyecto. Has de abrir otros, en soledad o con la pareja, de tipo profesional, creativo, a través del trabajo, de viajes, actividades de ocio; todo eso junto impulsa la reproducción. De esa forma si no sale puedes cerrar una etapa sin que toda la vida se vaya abajo. He visto personas que no lograron tener un hijo pero han creado una fundación, o una empresa, o están viajando por el mundo, o se han volcado en algo que les gusta de verdad. Logran llenar un vacío que todos tenemos, y que es el que nos conecta con otras personas, nos une al mundo.

Las técnicas de reproducción asistida han avanzado mucho, pero ¿pueden solventar cualquier problema?
La medicina adelanta en la técnica, pero cada vez es más consciente de sus limitaciones. Llegamos mucho más lejos que hace un tiempo, pero existen fronteras cuando el útero está dañado o en caso de enfermedades graves. Sin embargo, no se puede fiar todo a la técnica porque no contempla lo emocional. Un deportista puede tener su físico y psique a su favor, pero si las emociones no le acompañan se le escapará el récord. No digo que la emoción mal gestionada produzca infertilidad, pero en mi experiencia, la adherencia al tratamiento depende de cómo somos y de cómo estamos.

También es importante la confianza en el equipo con el que se realiza el tratamiento.
A veces, la mujer olvida que es la protagonista del proceso, y le cede el puesto a la técnica. Sin embargo, tú eliges a quién quieres a tu alrededor. No hay una educación de comprender que esto es, de nuevo, como el deporte: no todo se fía la técnica, sino a lo que cada cual hace con ella, con las emociones bien gestionadas. No tenerlo claro genera desconfianza en los médicos y desfidelización de las clínicas, lo que arroja un mal pronóstico. Se corre el peligro de convertirse una víctima del proceso.

Inmersos en un tratamiento de fertilidad, todos sabemos de otros que lograron un milagro. ¿Se miente mucho hablando de infertilidad?
No se dice la verdad porque se exponen los resultados, pero no cómo se han alcanzado. Se habla de las técnicas de forma incompleta. Se dice, por ejemplo que mujer de 38 años ha crionizado ovocitos. Sin embargo, ha de someterse a varios tratamientos para conseguir los 12 mínimos requeridos para que luego pueda quedar embarazada. A esa edad es ya difícil obtenerlos y eso no se explica.

De alguna manera las mujeres hemos relegado un instinto, ¿o el de maternidad no era tal instinto?
No sabría decir si es un instinto o no, pero sí sé que se trata de algo natural. Si en nuestro cuerpo existe un órgano exclusivamente para la reproducción, es casi imposible que en nuestro sistema límbico no haya un input, que le podríamos llamar instinto, para que funcione. No creo que el cerebro determine a un órgano como inútil. Biológicamente estamos predeterminados a la procreación.

¿Hasta qué punto conocemos las mujeres nuestros cuerpos?
Muy poco. El conocimiento de nuestros genitales nos llega desde el dolor, las reglas, las molestias, que solemos anestesiar, o del placer, si tenemos la suerte de disponer de una vida sexual sana. Cuando hago visualizaciones de vagina o de útero se despiertan unas conexiones que si nos enseñaran desde niñas a descubrirlas disfrutaríamos mucho más de nuestro cuerpo, de las relaciones, y se modificaría incluso nuestro concepto de pérdida. El útero es vida y muerte, desprender y volver a crear. Es una metáfora de la vida que se multiplica cuando conectas con tu útero y escuchas a tu cuerpo.
 

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